Los teléfono móviles son cada vez más inteligentes y los ciudadanos cada vez más tontos. Ya hablé aquí sobre la sociedad de la sobreinformación, pero estamos además en la sociedad de la incomunicación.
Soy un enamorado de las redes sociales, pero todo hay que usarlo con mesura. Quedamos a tomar café y miramos el móvil cada cinco minutos. Vemos parejas que no hablan: uno está en facebook y el otro en twitter. Miras a la mesa de al lado y hay una familia con los niños pegados a la pantalla de una tablet.
¿Y nos hace más inteligentes estar todo el día conectados? Creo que no. En el mundo de los medios sociales, cada vez socializamos menos. Hablamos mucho y decimos poco. En 140 caracteres no mostramos sentimientos. Compartimos, pero estamos solos. Tenemos 500 amigos en facebook y 2 en la vida real. No debatimos, no pensamos. No paramos. En el cara a cara hay más silencios. Incomodidad. Nos cansamos rápido. Nos aburrimos de todo . Y lo peor llega con las nuevas generaciones. Los hijos nacen con un ordenador bajo el brazo. Saben poner dvds, pero les cuesta leer. No juegan. Y son cada vez más egoistas. Mal panorama.
Pero aún estamos a tiempo de cambiar…
¡Más social y menos media!