Reescribo este antiguo post sobre Ana Pastor después de la polvareda que ha levantado su entrevista con Pablo Iglesias (Aquí tenéis el enlace a ese programa). Me reafirmo en cada una de las palabras qe escribí en su día. Por ejemplo que cuando ves su programa «El Objetivo» te asalta la duda de si la intención es proporcionar datos y buscar la objetividad, o es un producto hecho única y exclusivamente para su lucimiento. Pero también debo reconocer que en la entrevista al líder de Podemos, Ana Pastor estuvo de diez. Preguntó lo que tenía que preguntar en el momento que debía preguntarlo. No cortó a Pablo Iglesias sus repuestas. Estuvo incisiva. Puso los videos que tenía que poner. Y supo hacer los silencios en los momentos adecuados.
Después de muchos años de carrera el reconocimiento para el gran público le llegó a Ana Pastor sólo después de dejarse caer el pañuelo en una entrevista con Ahmadineyad y tras ser despedida de Televisión Española. Esa popularidad la aprovechó la cadena del grupo Planeta para meterla con calzador. Esperaban que el público de Évole abrazase también a «Anita», como se refirió a ella el presidente de Ecuador, Rafael Correa. Pero, en mi opinión, la diferencia es abismal: Jordi sabe escuchar y Ana casi siempre quiere ser la protagonista. Aunque ya lleva cuatro temporadas y ahí sigue. Está claro que todos los casos de corrupción del país están ayudando a que resurja un programa de estas características.
Eligen bien los temas, aunque falla algo fundamental en televisión: el ritmo. Porque un buen ritmo no siempre es sinónimo de velocidad. En este caso, por ejemplo, llevan una cadencia demasiado acelerada para un programa que vende análisis en profundidad. Quieren abarcar demasiados temás y al final queda atropellado. Esperemos que esta entrevista a Iglesias le sirva de empujón y continúe en la buena línea. Si es así me habrá ganado para su causa esta periodista y presentadora.