Tras la abdicación de Juan Carlos I, Pablo Iglesias clama a los cuatro vientos que debe convocarse un referéndum donde se planteé la posibilidad de instaurar la república. No sé si él optaría a la jefatura del estado, lo que está claro es que estamos ante el personaje del momento. Político capaz de movilizar a los ciudadanos. Y alguien que sube audiencias cuando sale en la tele. El sábado «La sexta noche» alcanzó su record histórico de share y el domingo el programa de Ana Pastor (del que ya hablamos en este blog), consiguió un 12,5%, su segundo mejor dato.
Y es que a Pablo Iglesias la gente le escucha. Tiene esa rara habilidad de tener pendientes de los que dice, a los que comulgan con sus ideas, y también a sus detractores. Algo parecido a lo que pasaba con Federico Jiménez Losantos cuando estaba en «La Cope».
A «el coletas» como algunos le llaman, le gusta provocar. Ha participado en tertulias «fuera de casa» como las de Intereconomía. Y sigue esa máxima de «que hablen de ti aunque sea mal». Es capaz de sacar de quicio a los tertulianos a los que se enfrenta. Francisco Marhuenda pierde los papeles en sus discusiones con él y a Eduardo Inda cualquier día le estallará la vena . Para muestra un botón.
De Iglesias se dice de todo: que ha cobrado de régimenes dictatoriales, que Venezuela financia su partido y hasta que simpatiza con ETA. De hecho ha sido muy criticado por esta intervención en una conferencia de Amaiur.
A partir de ahora tendrá que dosificarse. No estar continuamente en los medios. Seleccionar sus apariciones. Y habrá que ver dónde tiene el techo. Si estamos ante un efecto gaseosa o un futuro hombre de estado.