Hasta ahora sólo habíamos visto la cara autoritaria de Chicote, pero el chef ya ha mostrado un lado humano. En el programa dedicado al restaurante «El Yugo de Castilla» se le escaparon lagrimillas después de ver que el dueño, su amigo Cristobal, no se dejaba ayudar.
«Chicote es de verdad y se deja la piel en cada uno de los programas» asegura su descubridora María Recarte, directora de «Pesadilla en la cocina». Y yo creo que por eso funciona.
También ha habido algún negocio que le ha acusado de montaje, de llevar todo preparado y funcionar a base de guión. Y no nos engañemos, está claro que es televisión y que tiene parte de artificiosidad. Incluso en algún momento se ha visto que el propio Chicote lleva pinganillo. Pero este hombre transmite y eso, para mi, es lo más importante.
Los puristas dicen que el original de «Pesadilla en la cocina» es mucho mejor y que el chef Ramsay le da mil vueltas. Pero el formato también se ha adaptado en otros países europeos como Alemania, Francia o Dinamarca y donde más éxito ha tenido es en España. Y es que donde esté el jamón serrano, que se quite la fondue, la salchicha de Frankfurt o la hamburguesa